jueves, 10 de octubre de 2019

HENRY ALEXANDER GÓMEZ (TRATADO DEL ALBA)


HENRY ALEXANDER GÓMEZ (TRATADO DEL ALBA)



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CARLOS OBREGÓN


 Desde adentro de la vida
 miro llover.
Miro como quien encuentra la esperanza
sin haberla buscado,
como quien hunde sus manos en la ceniza
 de una hoguera nunca encendida.
 Llueve sobre la orilla de tus pasos.
 Porque tu hondura es la lejanía
de ver el cielo sin poder tocarlo,
 el temblor de una oración
sin alfabeto, la vigilia de dormir
sobre una música olvidada.

El leve polvo de tierra
que  levanta la llovizna
                                           deletrea tu silencio.





 HORIZONTE

Un relámpago
                    llama al asombro.

Se cierra el sonido
                  y algo se abre adentro de nosotros.

Entre la luz y la resonancia
                un suspiro, un nacimiento, un dolor,
                 la vida.



Henry Alexander Gómez
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(Bogotá, Colombia, 1982). Magister en Creación Literaria de la Universidad Central y Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Es director del Festival de Literatura “Ojo en la tinta”. Ha recibido diferentes distinciones, entre ellas, el Premio Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia, el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y el Premio Internacional de Poesía José Verón Gormaz de España por el libro Tratado del alba (2016). Otros libros publicados: Memorial del árbol (2013), Segundo Premio Nacional de Poesía Obra Inédita; Diabolus in música (2014), Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía; Georg Trakl en el ocaso (2018); La noche apenas respiraba (2018) Mención Honorífica Certamen Internacional de Literatura Sor Juan Inés de la Cruz; y las antologías Teoría de la gravedad (2014) y El humo de la noche rodea mi casa (2017). Es cofundador y editor de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida (www.laraizinvertida.com) y docente del Pregrado en Creación Literaria de la Universidad Central.

miércoles, 9 de octubre de 2019

CINCO MOVIMIENTOS Y MEDIO EN EL ESPACIO (MÓNICA LUCÍA SUÁREZ BELTRÁN)

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MEDIO MOVIMIENTO:
CRUZANDO LA CALLE

La osadía
invade el cuerpo
que armado de todo valor
se lanza de la acera
y cruza.




PRIMER MOVIMIENTO
EL VÉRTIGO

Hay un movimiento de la noche
en que se siente un vacío
un abismarse.

La caída es libre
no se tiene un Sur
no hay tierra.

Exaltado el cuerpo
sobresalta,
cae en sí mismo.

La espalda se percibe
en una diástole.

Y se recta.

Es el vértigo
que produce
la ignorancia del camino del sueño.


MÓNICA LUCÍA SUÁREZ BELTRÁN:

Profesional en Estudios Literarios y Magíster en Educación con énfasis en procesos investigativos. Experiencia docente escolar y universitaria que desarrolla procesos de lectura y escritura con la posibilidad de incentivar en los estudiantes la producción de textos y el trabajo por proyectos. Interés especial en la escritura genuina, contando con las bases estructurales para realizar la labor de corrección de estilo desde cualquier área del conocimiento. Desempeño en proyectos de educación y estrategias de comunicación. Asesora pedagógica en proyectos de lenguaje y comunicación en el ámbito virtual, semipresencial y presencial en diferentes Instituciones.



martes, 8 de octubre de 2019

ANIMAL DE OSCUROS APETITOS (NELSON ROMERO GUZMÁN)

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LA ESCRITURA DEL DEMONIO

En mi casa vive el demonio.
Me echa negrura en la sopa,
negrura en los zapatos
y en los bolsillos negrura.
Es el que me tiene a pan y agua.
Me impone la tarea de escribir un libro con negrura
Y si no le obedezco
puede tomarme por las muñecas y arrojarme al abismo.
Así he pasado años fingiendo escribir,
de tanto hacerlo por engaño
uno le va cogiendo amor a la negrura.
Sí, mi escritura obedece al diablo.
Los dedos se atornillan a las palabras
y de las palabras pasan cables que se conectan
al corazón y al cerebro.
Entonces el diablo da la orden
para que la negrura baje despacio
y riegue sus signos en la página.
Así funciona esto desde hace años
en un pacto entre caballeros.
Vivo con una orden en el corazón
y otra en la cabeza.
Algunas veces los cables se enredan
en su propia negrura.
Aquí el diablo ha alcanzado su estadio superior:
La escritura se vuelve un crimen,
brota el gas de las palabras
que podrían asfixiar a los hombres,
mi cabeza empieza a rotar sobre sí misma
como el planeta más loco,
señales de que la escritura debe terminar.
Pero de repente todo vuelve a ser conectado de nuevo:
Sobre la mesa la página, los tornillos a los dedos,
los cables al corazón y al cerebro,
después girar hacia el oriente la máquina de tortura
para que sobre lo blanco se derrame la negrura,
y todo para que el diablo viva feliz.
Nelson Romero Guzmán





TIGRE
                                                                        Homenaje al Pequeño Larousse Ilustrado.

 Te contemplo en un Pequeño Larousse, ilustrando una definición. La jaula del lenguaje no puede con el destello y el rugido, salta a pedazos, desabarrotada. ¿Cómo detener en la definición la aguja del lenguaje enloquecida en tu cerebro?, ¿cómo mancharon la hoja con tu estampa al lado de lo que no puede definirse? Luego de definida, sigilosa huye la palabra hacia la muerte, es como cerrar una puerta y huir, antes de que resucite lo nombrado y te destroce. Quien te nombró debe estar encerrado en la locura, estará destejiendo su propia jaula, golpeando desesperadamente, sin ayuda, en la puerta de lo definido. El lenguaje es una caja negra, adentro guarda unas orejas, un rugido, un manantial para verse, un sabor a muerte entre la lengua, una jungla, un zarpazo en la carne, pero nada de esto es el tigre. El tigre huye de la necesidad de definir. Las palabras tienen rabo para amarrarse al árbol de lo que nombran, no debieran ser empujadas de la jungla hasta la hacinada celda del diccionario, pero se les corta el rabo para que quepan en la definición. Los forjadores de celdas hacen volar la paloma en el cielo de un estrecho párrafo, ella tropieza su cuerpo contra los puntos cardinales y al final muere desangrada por las aristas de la paloma, luego ponen al lado la estampa  del ave volando al infinito, para encubrir el crimen. El tigre, por sí solo, se (encierra) en un (paréntesis), entre las aves se abriga para que pasen por encima de su cuerpo los muros de la academia, los acentos mudos, la gutural, la vibratoria que lo cercena y así las palabras no lo coronen vanamente. A su cuerpo lo adjetivó el relámpago. De ahí la imposibilidad de ser tomado por asalto. La palabra, transformada en serpiente, lo ha seguido hasta el río donde él bebe la sangre del crepúsculo, para dejarse comer y luego atravesarse en su garganta y decir: ¡lo nombré!, pero el tigre es sigiloso y el instinto es el arma contra la trampa de la Palabra vestida de serpiente que no puede inocularle su veneno. Misteriosamente, en ese instante, el tigre y la luz son uno solo y la palabra queda en la orilla del río, tras la desaparición del animal, buscándose a sí misma como la moneda arrojada al laberinto por los falsos reyes, por el dios de la barbarie y los ídolos que pesan el mundo y lo venden al mejor postor. El tigre, devorador de Aladino, conoce la noche y en los tiempos de peligro una mitad de su cuerpo está en vigilia para cuidar la otra mitad que duerme, pues la palabra –su enemiga sanguinaria– entra a la selva a buscarlo. Ante la imposibilidad de atraparlo, regresa al diccionario con amargura, sin la presa, para volver a ser la definición al lado de la estampa en alguna página de ese desconsolado y Pequeño Larousse.


Nelson Romero Guzmán. Ataco, Tolima (Colombia), 1962. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomás y Magíster en Literatura, Universidad Tecnológica de Pereira en convenio con la Universidad del Tolima. Premio Nacional de Poesía “Fernando Mejía Mejía” por su libro Rumbos (1992); xiv Premio Nacional de Poesía por Concurso Universidad de Antioquia, por el libro Surgidos de la Luz (2000); Premio Nacional de Poesía Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá por Obras de mampostería (2007); 56 Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015, otorgado en la Habana a su libro Bajo el brillo de la luna y Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura de Colombia 2015 por su libro Música lenta, editado en el 2014 por Arte es Colombia, Colección Letras. Otros libros publicados: Días sonámbulos (Editorial Mundo Nuevo, Bogotá, 1988), La quinta del sordo (Colección de Poesía Universidad Nacional de Colombia, 2006), Grafías del insecto (Colección de Poesía Universidad del Valle, 2005), Apuntes para un cuaderno secreto (en coautoría con la mexicana Kenia Cano, Biblioteca Libanense de Cultura, 2011), además de los ensayos El espacio imaginario en la poesía de Carlos Obregón (Universidad Tecnológica de Pereira en el 2012) y El porvenir incompleto, tres novelas históricas colombianas (Biblioteca Libanense de Cultura, 2012). Es profesor de la Universidad del Tolima, en el idead, y vinculado al grupo de investigación de Literatura del Tolima.